miércoles, 3 de noviembre de 2010

Lo sano


Hace un par de años, mientras nadaba, estaba convencido de que le estaba haciendo un regalo de cumpleaños a todo mi cuerpo. Y mi alma, claro. Un cumpleaños que se repetía seis veces por semana. Puedo pecar de exagerado pero es totalmente cierto, debe haber registros en la pileta del barrio. Y no es por cola de paja que lo aclaro sino porque hay momentos en los que ni yo mismo lo creo. Seis veces por semana. Es mucho. Sin embargo es una rutina que hacía con el mayor de los placeres. Así, hubo días turbios en los que era lo único que me alegraba la jornada. Me acuerdo de una vez que estaba un poco triste y para compensar me quedé dos horas, sin salir, adentro de la pileta. Los guardavidas me miraron torcido. Hubo también días buenos en los que lo único que me preocupaba era que mis piernas hiciesen lo correcto. No lo conseguí, sigo siendo un nadador del montón. Sin embargo, después de hacer incontables vueltas de pecho, de crawl,llegué a imaginar que podía vivir cien años (y si Sabina se enoja no me importa). Supongo que de vez en cuando está bueno sentirse sano, aunque a veces fume, tome remedios, beba alcohol o coca cola y coma carne roja como la sangre de una vaca recién muerta. Aprovecho este espacio para confesar que durante muchos años, creo que doce, fui vegetariano. No tomaba cosas químicas y apenas fumaba y bebía alcohol. Pero me pudo un viaje a Extremadura con sus jamones. En fin. Supongo que algún día volveré a comer ”lechuga”, palabra con la que mis allegados resumían mi dieta de aquel entonces. Tiempo al tiempo. De todos modos,dijo Buda, casi ningún extremo es bueno. A veces me gusta imaginar a un tipico ultra vegano encerrado en un cuarto de diez metros cuadrados con seis kilos de carne podrida y siete millones de moscas zumbando a su alrededor hasta dejarlo sordo. Es una imagen que podría interesarle a algún director de cine publicitario en ciernes.
Estos granos de arroz integral inmortalizados con mi única cámara digital que se me acaba de romper, una nikon entrañable de cuatro megapíxeles, acompañan mi dieta desde hace algunos pocos meses. Como ven, de a poco me vuelvo a poner las pilas con el tema. Con ellos aprendí a hacer tortillas , mi favorita es la que lleva pimienta negra y atún. Hablando de Roma, me pregunto : que pasa una vez que ese alimento está adentro de mi cuerpo? Me hará el favor de brindarme una vida mejor? O es simple materia que se va deshaciendo de a poco? como un pez abisal que se descompone en la oscuridad para darle un beneficio efímero a mi organismo. Y Ese pez, antes de morir y terminar en el fondo del inodoro, que ve durante el trayecto? Probablemente zonas oscuras que son iluminadas con sus buenas intenciones. Es lo que se supone si aprendemos la cantidad de cualidades que contiene el arroz yamaní.

No hay comentarios:

Publicar un comentario