domingo, 27 de marzo de 2011

Equipo


Mas allá de lo que señalen las definiciones pertinentes un equipo, a mi entender, lo puede decidir y en consecuencia comenzar a formar uno consigo mismo. El otro yo, el super yo, el ello, el aquello, el lado oscuro, el femenino o el masculino. Consciente. Inconsciente. El cambio de humores, de apariencias, de opiniones, de roles, de edades o de identidades. Es un trabajo arduo pero al menos uno cuenta con el premio consuelo, ah, la zanahoria y el burro, tal vez, al final del camino, de conocerse ( y parecerse) un poco mas a sí mismo. Despues, o durante, una vez entendida parte considerable del trayecto, están los equipos que el aleccionado puede formar con la pareja, a las que se suma un hijo o dos, si hablamos de una familia tipo. Desenfocaremos en el siguiente paso al escuchar al pianista que se sumó a una formación clásica del rock ( voz, bajo, guitarra y batería) pero tampoco nos sorprenderemos cuando se desvíen para titubear con un poco de jazz. Entiendo que es inevitable que se acuerden ahora del Sexteto Mayor ( para los despistados: el conjunto de tango mas famoso del mundo, ganador del Grammy latino en el 2003) pero me detengo en un septeto que a esta altura puede llegar a ser la semilla de una gran familia, o una familia adoptada, o un equipo improvisado de fútbol, o una secta de admiradores de los treboles de cuatro hojas. En un equipo uno cae, el otro lo levanta, el que viene se duerme, el siguiente se apoya, el otro actúa, el que le avisa se aviva y el de al lado se escapa mientras el que dice ser su amigo piensa en incendiarle el coche o comprarle el regalo que le debe desde la pasada navidad. No me culpen si pienso en siete compradores compulsivos de lupas, o en esa cantidad para sumar las lombrices que un pescador lleva para lanzar al lago, o en los miembros mas selectos del club de fans de Adolf Wolfli . Probablemente lo mismo ocurra con los octetos, nonetos, etcétera. No tiene porque haber tanta épica en la consumación del objetivo y si la hubiere o hubiese que sirva al menos ( Sres. Presidentes que seguramente no me leeran : recuerden que hace millones de años que usamos la cabeza en el mismo planeta ) para cambiar el triste destino de un continente, una nación, una ciudad o un pueblo en apuros. Por lo demás, no necesitamos a ninguno de ellos para que la familia, la parentela, el grupete del barrio produzca una raviolada digna del Guiness. Y después si, tal vez nos enteremos en la sobremesa que catorce personas intentarán cruzar a nado el canal de la Mancha en el futuro invierno, o que quince personas se juntarán en una esquina de Jujuy con sendos carteles que dicen “Amar de verdad”, o que dieciséis extravagantes se juntarán para formar el club de los iluminadores de las cucarachas nocturnas, o, y estos ya son datos mayores, que medio millón de almas pensaron al menos durante dos segundos de este día en la palabra “perfume”.

martes, 8 de marzo de 2011

Dulce


Me pregunto por enésima vez en el día como será el sonido de una bola helada de dulce de leche gigantesca, rellena de chocolate blanco y tibio y algunas pocas castañas de cajú, explotando dentro del alma de mi paladar. O como será el color de siete mil instrumentos de viento sonando al unísono en una playa desierta, nocturna y otoñal de Costa Rica. O que temperatura tendrá la palabra “nublado”, escrita con tranquilidad en la pantalla de mi portatil, rey mío entre todos los peregrinos. Intento enterarme de como salió Boquita o en que anda Cristina, claro, pero esta parte del camino de mi vida requiere también una respuesta paciente a aquellos otros interrogantes oportunos. Oportunos porque son el aceite que corre por las venas para que la máquina siga funcionando.
Sin ánimos de emular a Robocop supero el efímero trauma haciendo batería con mis deditos tan monos que cabalgan con los caballos locos de los Doors. Y si los muchachos de las olas y el viento, sucundum, la siguen teniendo clara a pesar de ser unos casi fantasmas, yo me acoplo un centímetro y me bajo en la proxima estación. Mas preguntas. Porque la abeja es un ser tan altruista? De acuerdo, ella es el lazo directo hacia el camino de la miel, pero su actividad de viajera inagotable que salta de flor en flor contribuye a la polinización de muchas especies. Y que recibe? Al menos el infinito regalo de poseer un buen par de alas para poder volar. Dulce ayuda. El bicho sería una buena blogger. Me imagino a una abeja comiendo en un restaurant cinco estrellas, sentada a la cabecera con unos modales exquisitos que harían que el mismísimo Erasmo de Rotterdam se obsesionara con una nube insoportable de sospechas. Ella se ofrecería a lavar los platos, pagaría alguno que se hubiese roto, arengaría entre la plebe aquel mandamiento que dice: “refrena las ventosidades comprimiendo el vientre”. Pero daría a entender que ese vino flamenco de 1447 lo tiene que pedir fiado el angel de la guarda que mejor maneje los tejes y manejes de la diplomacia, el gran paradigma repleto de obviedades. Aunque se enoje la epistemología y el pope de Popper cuando yo le pregunte porqué el carácter lógico-metodológico está emparentado o, ya de plano, se lo señala como un sucedáneo de la filosofía. Acaso la filosofía no nació en la duda de las tinieblas? La filosofía tiene modales? Que gusto tendrá la filosofía?
Esta foto de la abeja y la flor fue hecha por encargo hace poco menos de un día. Acabo de parir. Gracias a ella y a otras doscientos y pico como ellas podré pagar la luz, comprar algo en el supermercado, viajar a San Marcos ida y vuelta en el día y comprar una flor de un determinado color que tal vez no le guste a mi novia.Y, cuando cuente el último de esos billetes, volveré a posarme sobre los mismos interrogantes.Como se palpará en nuestro cerebro la palabra “nublado”? Quedará mal, se escuchará la dulce voz de una cantante pop entre la superpotencia dorada de todos los intrumentos de viento sonando a lo largo y ancho de toda la playa? Así y todo me queda colgada esta última, humilde respuesta : hoy, como casi siempre (y exceptuando, si se me presentase servida en bandeja la ocasión de una Rhodesia con soda y un café con leche) no tengo muchas ganas de dulce. Siempre, tomo la licencia de ventilarlo, me gustó mas lo salado.