martes, 8 de marzo de 2011

Dulce


Me pregunto por enésima vez en el día como será el sonido de una bola helada de dulce de leche gigantesca, rellena de chocolate blanco y tibio y algunas pocas castañas de cajú, explotando dentro del alma de mi paladar. O como será el color de siete mil instrumentos de viento sonando al unísono en una playa desierta, nocturna y otoñal de Costa Rica. O que temperatura tendrá la palabra “nublado”, escrita con tranquilidad en la pantalla de mi portatil, rey mío entre todos los peregrinos. Intento enterarme de como salió Boquita o en que anda Cristina, claro, pero esta parte del camino de mi vida requiere también una respuesta paciente a aquellos otros interrogantes oportunos. Oportunos porque son el aceite que corre por las venas para que la máquina siga funcionando.
Sin ánimos de emular a Robocop supero el efímero trauma haciendo batería con mis deditos tan monos que cabalgan con los caballos locos de los Doors. Y si los muchachos de las olas y el viento, sucundum, la siguen teniendo clara a pesar de ser unos casi fantasmas, yo me acoplo un centímetro y me bajo en la proxima estación. Mas preguntas. Porque la abeja es un ser tan altruista? De acuerdo, ella es el lazo directo hacia el camino de la miel, pero su actividad de viajera inagotable que salta de flor en flor contribuye a la polinización de muchas especies. Y que recibe? Al menos el infinito regalo de poseer un buen par de alas para poder volar. Dulce ayuda. El bicho sería una buena blogger. Me imagino a una abeja comiendo en un restaurant cinco estrellas, sentada a la cabecera con unos modales exquisitos que harían que el mismísimo Erasmo de Rotterdam se obsesionara con una nube insoportable de sospechas. Ella se ofrecería a lavar los platos, pagaría alguno que se hubiese roto, arengaría entre la plebe aquel mandamiento que dice: “refrena las ventosidades comprimiendo el vientre”. Pero daría a entender que ese vino flamenco de 1447 lo tiene que pedir fiado el angel de la guarda que mejor maneje los tejes y manejes de la diplomacia, el gran paradigma repleto de obviedades. Aunque se enoje la epistemología y el pope de Popper cuando yo le pregunte porqué el carácter lógico-metodológico está emparentado o, ya de plano, se lo señala como un sucedáneo de la filosofía. Acaso la filosofía no nació en la duda de las tinieblas? La filosofía tiene modales? Que gusto tendrá la filosofía?
Esta foto de la abeja y la flor fue hecha por encargo hace poco menos de un día. Acabo de parir. Gracias a ella y a otras doscientos y pico como ellas podré pagar la luz, comprar algo en el supermercado, viajar a San Marcos ida y vuelta en el día y comprar una flor de un determinado color que tal vez no le guste a mi novia.Y, cuando cuente el último de esos billetes, volveré a posarme sobre los mismos interrogantes.Como se palpará en nuestro cerebro la palabra “nublado”? Quedará mal, se escuchará la dulce voz de una cantante pop entre la superpotencia dorada de todos los intrumentos de viento sonando a lo largo y ancho de toda la playa? Así y todo me queda colgada esta última, humilde respuesta : hoy, como casi siempre (y exceptuando, si se me presentase servida en bandeja la ocasión de una Rhodesia con soda y un café con leche) no tengo muchas ganas de dulce. Siempre, tomo la licencia de ventilarlo, me gustó mas lo salado.

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