lunes, 30 de mayo de 2011

La duda


Con sutilezas que caen maduras, diríase podridas por su obviedad, el escenario del mismo juego de siempre se presenta poco a poco como una cancha embarrada, sucia. El cielo está nublado, los jugadores son pésimos, sus luces parecen limitadas y, antes de llegar, ella tiene que toparse con las caras mas feas de un día que prometía ser simple, tranquilo pero que, por esas cosas del destino, se irá transformando en una gelatina gris y oxidada que tendrá que probar sin ningún tipo de ganas.
“María Zen” y “José Buena Onda” , dos de los jugadores, decidieron quedarse en la cancha. Los demás, al ver que ella no aparecía, se fueron porque empezaron a sentirse mas aburridos que de costumbre. María y José no tienen nada mejor que hacer y luego de un rato que se les hace eterno, la ven pasar a ella, la que tiene una duda. La que tiene una duda escucha los gritos inaudibles, nerviosos, de María y José. La están invitando a jugar. Ella, para no ser descortés, sabiendo la que se le viene, accede de mal grado pero sin que se le note demasiado. No le queda otra, la cancha embarrada, sucia, se encuentra en el medio del camino que la conduce a su casa. María y José, ansiosos, comienzan de inmediato su juego pero se confunden las claves, se tropiezan con el subtexto, emplean muy mal las alusiones y las metáforas. La que tiene una duda observa, ya sin sorpresa, como el aura celestial que José Buena Onda se esfuerza por conservar como capa de su identidad, comienza a desaparecer hasta que el gurú se convierte en un fantoche muy feo. María Zen abre la boca, hace un vago esfuerzo por parecer irónica, elegante, perspicaz, elevada pero, al ver que ella, la de la duda, suspira y resopla, opta por cerrar el pico. Los perros, al percibir la nada, aburridos, ladran por los alrededores. La que tiene una duda es una humana inteligente como tantas pero alberga, justamente por ser humana, algunas sombras de torpeza que se remontan a aquella vez que vio por primera vez como se jugaba ese juego. Ella estudió durante muchos años teatro, leyó a la mitad de los clásicos y vivió honesta e intensamente su vida. Lo que equivale a decir que algunas cosas sabe. De todos modos termina cayendo en la trampa y se arrepiente hasta el tuétano después de formular esa duda, su duda. “ Son imaginaciones tuyas”, “estas paranoica”, “sos muy enroscada”, le contestan al unísono María y José, relamiéndose en el veneno que otra vez les abre las puertas del juego. La que tiene una duda siente el hastío, la irritación, una lástima infinita hacia los otros dos que crece como un monstruo tonto adentro de ella. Podría ser todo mucho mas fácil,incluso podríamos ser amigos,concluye. Los perros de los alrededores dejan de ladrar. Ella recuerda como amaneció ese día. Hacía frío y le pareció ver el sol. Al imaginarlo la calma la invade y es la que la empuja a emprender otra vez la marcha, y abandonar la cancha, para contemplar uno a uno sus pasos que ya casi no dudan.

3 comentarios:

  1. Anónimo14:23:00

    Hay librosssssssss!!!! Paula Oyarzábal ( La viuda del ciclista)

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  2. Anónimo7:32:00

    y esta foto? donde es?
    Beso
    V

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  3. Anónimo8:20:00

    Arteba 2011

    NGS

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