domingo, 2 de mayo de 2010

Calle


Caminante, no hay camino? A veces uno es sacudido por el tiempo o las circunstancias y se detiene en el medio de la nada. Vacío, que genera incertidumbre, o que también puede brindar las armas para decidir los colores necesarios con los que queremos pintar el resto de nuestras vidas. O buena parte de ellas.
La imagen que les muestro, es cierto, no invita a la alegría. Lo digo por los adoquines centenarios que parecen teñirlo todo de gris. Sin embargo por allí hace añares que circulan coches, colectivos, motos, gente, llueve, la luna lame las piedras y hoy, es muy probable, alguna hoja que luce orgullosa su amarillo de otoño aterriza suavemente sobre la superficie dura, muerta. Y, aunque ella señale con su caída el fin de su existencia, al ser dominada por el viento marcará una nueva dirección. Uno puede jugar a hacerse el distraído, no prestarle atención, despues de todo, a quien le importa una hoja que acaba de desprenderse de un árbol urbano? Puede darse también el caso de optar por seguir su vuelo con la mirada, hasta que se pierda de vista y nazca el mero, temprano recuerdo de su color.

1 comentario:

  1. a mi los adoquines me encantan, ese traqueteo de las ruedas sobre la piedra es muy tranquilizador.

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