lunes, 31 de diciembre de 2012

Premios Baladrón 2012


Algunos agoreros plantean el inminente ocaso del blog. Puede que así sea, puede que no, puede que Superman haya llegado tarde a este lugar que en algún momento fue de resistencia. Por mi parte, supongo que cada tanto tendré la necesidad de volcar algún tipo de pensamiento en este espacio, traducirlo en palabras e imágenes, compartirlo con ustedes. En un mundo cada vez mas narcisista( y supuestamente “acelerado”) muy, muy pocos quieren detenerse a leer cosas que no incumban a su burbuja hedonista. Por eso será “ mejor no hablar de ciertas cosas” y desear que el año que viene sea un poco, un poquito mejor. Gracias por estar

Especia del año: curry chino
Pajaro del año: colibrí
 Animal del año: perro y gato
Insecto del año: polilla
Arbol del año: espinillo
Nube del año: una con forma de revólver
Cielo del año: el que tiene un amigo en la pantalla de su laptop
Programa de tv del año: Cocineros Argentinos
Peor programa de tv del año: se los debo, no tuve tiempo para perder en esto
Publicidad del año: los rosales, de Schweppes
Actor del año : John McInerny
Actriz del año: Isabel Macedo
Ladri total del año: Sri Sri
Lugar del año: Mar Azul
Segundo lugar del año: el delta del Tigre
Paisaje del año: el amanecer en el Océano Atlántico
Comida del año: milanga casi napolitana ( no lleva tomate) con puré de papas y hongos
Postre del año: ninguno
Tentempié del año: queso brie con twistos de jamón
Jugo del año: tomate cherry con frutilla mas naranja, proceso dos minutos aprox y ya, se bebe cinco veces por semana, como desayuno
Bebida alcohólica del año:Carmelo Patti, malbec, 2007
Bebida no alcohólica del año: levité de pera
Bar del año: Varela Varelita
Escena del año: caballitos de mar pariendo a sus crias
Espectáculo del año: hace falta que diga que fue “ The Wall” ?
Segundo espectáculo del año: “ El Camino de los Sueños”, de Horacio Ruiz
Pelea aburridisima del año: la de los medios de comunicación
Concepto, paradigma o posición del año : la hojarasca denostada por el, eh, filósofo feinmann Personaje histórico del año: Marco Polo
Segundo personaje histórico del año: Dante Alighieri
Canción del año: Comfortably Numb
Segunda cancion del año: Nuevos planes, identicas estrategias, de Nacho Vegas
Película del año: El Último Elvis, de Armando Bo
Segunda película del año: El hombre del mas allá, escrita por Houdini
Bodrio infumable del año: Papirosen, de Solnicki
Actividad periférica del año: cocina
Libro del año: “ El especialista”, de Charles Sale, con ilustraciones de William Kermode
Segundo libro del año: Dios y el estado, de Bakunin
Poeta del año: Girondo
Noticia del año: la renuncia de Falcioni
Video you tube del año: Ashes and Snow, de Gregory Colbert
Segundo video you tube del año: El gato, la lluvia y la ventana
Autor del año: Caloi
Segunda autora del año: Miss Bolivia
Personaje que me llamó la atención durante el año: Horacio González

Baladrón de Oro para: Pifie del año: el de Nostradamus

martes, 27 de noviembre de 2012

Aproximación al "juego" contemporáneo


Si yo juego, tú juegas. Si tú juegas, él y ella juegan. Si él y ella juegan, nosotros jugamos. Si nosotros jugamos, vosotros jugáis. Si vosotros jugáis, ellos y ellas juegan. Si ellos y ellas juegan, yo, por supuesto, también juego, y así, ad infinitum…
O hasta que uno se detiene para preguntarse en que momento dejamos de jugar en serio. Jugar con las reglas originales de un juego, aquellas que señalan que un acto lúdico, el primigenio, la genesis del fair play , es el equivalente a divertirse, competir sanamente, sentir y compartir un gran momento de alegría. Entonces : ¿en que momento se instauró entre nosotros la dilación, con su correlato, la aburridísima, previsible y monotemática histeria ( cada vez mas notoria también en el flanco masculino), o la especulación tan gélida y obvia que envuelve como una víbora enferma y marchita a la ausencia de respuestas prometidas con sus motivaciones? Al ir creciendo, mientras uno es adolescente (un poco tonto como todo adolescente) casi no se da cuenta de la diferencia que existe entre la diversión y la reverenda gansada. Pueden pasar meses, e incluso años, hasta que nos cae finalmente la ficha. Ejemplo: poco despues de cumplir los trece años tuve mi segundo trabajo. Despues del horario de colegio me iba orgulloso con mi acné y mis bermudas de franela gris a mi puesto de combate. Pasé alrededor de un año repartiendo diarios y revistas en un perímetro bastante extenso de mi barrio. Caminaba, caminaba, hablaba con los porteros, subía y bajaba por los ascensores extraños de decenas de edificios con un montón de papeles que, en su totalidad, conformaban un paquete bastante pesado para un chico de aquella edad. Me fui de ahí porque el dueño (un blusero treintañero y frustrado) del kioskito pedorro que me empleaba ( en la esquina de la ex calle Canning y Cabello) tardó varios meses en pagarme los dos últimos sueldos ,muy magros, que apenas alcanzaban para mis gastos. El fulano especulaba, yo no entendia nada. Para mí, en aquel entonces, todo era mucho mas simple, si uno daba, cumplía y se portaba bien, recibía una compensación por eso, si uno se esforzaba, ese esfuerzo era valorado. No había muchas mas vueltas ¿o si? Poco a poco fui entendiendo que aquel era el quid, la condición sine qua non de aquel “juego” : el deseo y su traducción mas inmediata, la pérdida de tiempo ( la del otro, por supuesto).

¿Valdrá esto como segundo ejemplo? En algunos lugares “muy desarrollados” de Europa expresar los sentimientos, un malestar o, lo peor de todo, cierto grado de entusiasmo ( que también es un sentimiento) ante la vida o las escasas oportunidades que se presentan en el camino cada muerte de obispo, es casi el equivalente a un pecado imperdonable que será aprovechado en todo su universo por los especuladores de turno, que son muchos, muchísimos. Allí, mientras mas se asemeje uno a un Robocop funcional que se mueve en camara lenta en el terreno de las expresiones y emociones, y de modo expeditivo como millonésimo eslabón de una cadena de producción instalada en el viejo mundo desde la Revolución Industrial, mas posibilidades tiene de sobrevivir en ese caos tan ordenado de hielo y egoismo que está desquiciando nuevamente al “primer mundo” (¡así están!) , un caos ridículo, mal adaptado y asimilado, cada vez mas presente en nuestras tierras. ¿ Será todo por culpa del dinero?, ¿ de la globalización?, ¿ de la sobredosis de información?, ¿ de la necesidad de poder, cualquier tipo de miserable poder sobre el otro? Se sabe que el latino mas acomplejado suele ser mas papista que el papa (si, con minúscula, cualquier semejanza del sumo pontífice con la Reina de las legumbres no es pura coincidencia). Hacer esperar , pero sobre todo hacer desear al otro es la materia prima del “jugador” que no entendió absolutamente nada de lo que quiso transmitir ( cito casi al azar un solo ejemplo ) ese escritor tan lúcido, e inevitablemente cínico, de apellido Houellebecq. Esto en el caso de que el opa ( o la opa) en cuestión haya leído algo mas allá de Corin Tellado, algún ladri “espiritual” o la Billiken. El ingenuo (o la ingenua) que sostiene esta empresa tan parecida a un Fitzcarraldo de cuarta piensa que, al hacer esto, su tiempo se convierte en oro ya que (¿volverá a pensar?) además de su tiempo se está quedando con el tiempo del otro quien, en algún principio remoto, suele manifestar cierto interés, emoción o entusiasmo ante la inminencia de algún proyecto o relación equis. Pero…el ingenuo ( o la ingenua) que hace esperar, y desear, no termina esperando tambien muy pero muy perversamente a que el otro desespere? Claro que si, ahí esta la clave, el summum del “juego” ¿Y al hacer esto, quien termina perdiendo? Porque también existe la grandísima posibilidad de que el que supuestamente espera no desespera sino que, con el correr vertiginoso del tiempo, se olvide para siempre del pobre (o la pobre) bobo/a que espera a que el otro espere, y desespere. Y es muy probable que ese otro, al aburrirse tempranamente del “juego”, le termine perdiendo todo tipo de respeto al bobo ( o boba) para, acto seguido, buscar y encontrar nuevas e infinitas posibilidades ( nada ni nadie -excepto la familia, los que nos quieren y valoran o los verdaderos amigos- es imprescindible en esta vida) de seguir jugando, así, sin comillas. Y ad infinitum.

sábado, 20 de octubre de 2012

Natural



0101010101010101010101010101001
 Te extraño?

Un elephante
que se llama
y mueve las orejas
llamando//
Impresionante
y esencial
"ashes and snow",
de gregory colbert

Tal vez se lleve
un Baladrón 2012
al mejor you tube del año




miércoles, 19 de septiembre de 2012

Apuntes sobre la velocidad

Pongo el programa de quince minutos en el lavarropas. Me distraigo con un libro que se distrae con el sonido del tambor del aparato, que gira como el viento. El ruido es muy parecido al de la turbina de un avión que está a punto de despegar.

A fin de cuentas, y a grandes rasgos, el ser humano se debate a cada instante entre una verdulería y un parripollo.

A través de una carta Ginsberg le dice a Kerouac que su novela es una mierda. Kerouac deja pasar cuatro meses antes de darle una respuesta a su amigo. Contrario a lo que se supone, el tiempo no todo lo cura. Kerouac está mucho mas enojado que al principio y le dice a Ginsberg, mediante otra carta, que se vaya a la mierda. Ginsberg matiza mas o menos a tiempo ya que años mas tarde, como suele suceder, la novela de Kerouac es un éxito mundial. Pero Kerouac no se banca ser under y star y desaparece en su pueblito natal. A Ginsberg no le molesta la notoriedad, es mas, pronto se convierte en un referente de primera línea de la contracultura. De este modo el tiempo pasa, dijo el ruiseñor cubano cuando todavía tenía algo de pelo. Hace poco la vi a Patti Smith, en blanco y negro, llorando y escupiendo sobre el poema mas celebrado de uno de los popes de la generación beat.

Para llevarse algo caliente al estómago no hace falta cocinar alto guiso, una mezcla básica de ingredientes que nos demandará una hora.

Ravi Shankar, el “gurú” de moda, dice que contemplemos una uva durante horas  para, mas tarde, sentir toda la plenitud de su sabor. Sri Sri nos alecciona para que vivamos en el presente. Pero, mientras todos meditan bajo su batuta, Sri atiende su celular y le contesta al emisor con un mensaje de texto. Se detiene, mira hacia atras y hacia delante, pasado o futuro. ¿Pensará en impuestos? Se pregunta uno de los fieles, que también se distrae. Sri Sri se está tomando una licencia muy grande ya que ese acto es filmado y difundido en todo el mundo. Defensor acérrimo de la educación privada, cuenta entre sus filas con fervientes admiradores como Macri, alcalde de Buenos Aires, Tinelli, estrella número uno del espectáculo, y los hijos de Caniggia. El pájaro sigue volando en Europa, ganando millones al igual que Sri Sri.

Deja sonar el telefono para observar como las hojas de romero se sacuden con el viento.

Es muy común, y casi obligatorio, sobre todo en las grandes ciudades, el hecho de “estar ocupado”. Buena parte de mi vida entre el asfalto y el hormigón me hicieron testigo y partícipe de la vorágine. “Estoy a mil” era el equivalente a decir “pertenezco”. Y si bien era cierto, uno no terminaba de procesar nunca, ni siquiera estableciéndolo como pasatiempo de un fast food, la suma de cosas que hacía cotidianamente como un alienado. Tal vez al gritar entre la Doce un golazo ,tal vez algún fin de semana, con los pies en el agua de una pileta, después de un asado, un destello sutil abrigando algo parecido al “darse cuenta”. Pero aquello era algo pasajero, con suerte una semilla que con el correr de los años enmarcaría la experiencia.

Caliento meteoritos blandos de margarina. Le agrego las tapas de pan lactal ( esta carísimo!). En el medio del inminente tostado ( casi dos minutos de cocción) van el queso fresco, un champignon picado fino, dos pizcas de curry, una pasa de uva, una almendra triturada y una última pizca de sal, que si o si tiene que ser marina.

domingo, 5 de agosto de 2012

Los 80. Fragmentos (1)


Mientras observo una maravilla visual que podría entrar en la categoría de “comida animada” me acuerdo que eso, de manera parecida y hace décadas, lo hizo Peter Gabriel con el clip de la plastilina, probablemente inspirado en Arcimboldo. Todo vuelve pero el gran punto de partida( mi oráculo y su graduación) fue a comienzos de los 80, años raros que venían de los 70, que venían de los 60 y éstos de la prehistoria, ok. Un videoclip, con sus satélites, representaba una gran ventana hacia el mundo para un adolescente curioso de capital latinoamericana. Por eso acuérdense de la historia de amor noruego dibujada por A-ha, de la barba gorda de Pettinato en el siete, de la “Pelo” sin Pimpinela de fondo. Todo estaba sucediendo, otra vez, pero allí. Aquel que superase la tonta nostalgia de no haber pertenecido a los 60 o de no haber sido iluminado por los focos del planeta de ese entonces, podía darse cuenta que "todo" estaba en la entrada de Medio Mundo, o enfrente, en aquel otro templo que era La Verdulería, o muy cerca, en el Rojas, o a pocos pesos de taxi , en Paladium, pleno microcentro. Mi cábala durante años al entrar a aquella nave espacial fue una remera negra que decía, letras rojas y desprolijas, “Bela Lugosi is not dead”. La primavera alfonsinista y sus turbulencias se extendieron durante años como una sombra alegre por la ciudad. Un viento refrescante que teñía todo con colores sombríos o fosforescentes, colores que pintaban el día a día. Por ejemplo: lo que mi abuela pensase sobre Flashdance o los pasitos yeah de Michael (Jackson, claro) tenía el mismo significado ( con su rigor simbólico y emotivo, aunque éstos también puedan fundirse, obvio) que la opinión de mi primera novia sobre los tempranos compactos de Bukowski, con traducción de Anagrama. Colores que , por supuesto, también abarcaban los fines de semana : emblemas como las zapatillas Flecha teñidas con anilina Colibrí, o los campana con firuletes de Friends (aquellos lompas infernales, envidia declarada de Oxford Street) tenían el mismísimo valor que el vhs de “Mujeres al borde…” ( visto estratégicamente un domingo porteño a las siete de la tarde, momento ideal y constatado por todos los suicidas de la ciudad) o el resultado del siguiente domingo en La Bombonera que, no está demás decirlo, poco tiempo atrás había tenido al mismísimo Dios vistiendo su camiseta número diez.

Escuché los vientos de la banda de James Brown y decidí que quería tocar el saxo. Tenía quince años cuando soplé por primera vez y, con mas o menos suerte, todavía lo sigo haciendo. Pero permitanme decirles que, para los puristas ochentosos, James Brown todavía no era un clásico sino mas bien una presencia simpática que pertenecía a los setenta, aunque The Minister of the New Super-Heavy Funk, en los ochenta, antes de ir a la carcel, grabase nueve discos, a los que luego se sumaron las compilaciones.

En los últimos años del colegio secundario me encontré con gente interesante, tan devota de Pink Floyd como yo, e incluso un poco mas. Los amaneceres con mis amigos de aquellos años comenzaron a ser diferentes a los que conocía , no muchos, pero los suficientes como para saber apreciar que aquel momento del día era total y absolutamente mágico. En Buenos Aires, en el río, en la playa, en algunos pueblos uruguayos y ciudades brasileras a las que iba de vacaciones, los ochenta, y en dosis elevadas toda su música, siempre aparecían como cortina de fondo o figura principal apenas asomaba el Astro Rey. Me acuerdo una alborada charrúa buceando en mi walkman la tonta, dulce y maravillosa nostalgia, todavía cercana, de Meddle y Atom Heart Mother. Me acuerdo de un día nublado y caluroso en una playa carioca, dentro del agua, sentir allí, muy presente, el fantasma de Sir master Bob Marley. Yo había nacido en "esa" década y me costaba darle la espalda, mera cuestión de identidades muy primarias. Pero entonces los 80 irrumpían con U2, The Cure, Joy Division, Os Paralamas, Ritchie( si, el empalagoso de Menina Veneno) con los últimos ecos de un Lennon solista o los bolicheros del conurbano bonaerense en donde se escuchaban los pañales del tecno. O con toda la amplia legión de compatriotas entre los que hoy acuden a mi memoria Sumo, Virus, los Cadillacs y los Abuelos de la Nada. Y Vox Dei, claro, que en aquel momento era escuchada, curiosamente, como “banda nostálgica”. A los Abuelos los ví con principio de acné en un teatro de Mar del Plata; a la salida del show Bazterrica nos dio la mano a mi hermano y a mí. A los Cadillacs los ví enfrente de ATC, en aquel show que terminó con la poli corriendo a la gente que bailaba en el agua turbia ( y tibia) que separaba al escenario. A Luca no me acuerdo si lo ví, pero aparece ante mi la imagen de Los Twist tocando su primer disco en Barrancas y, en el medio de aquel gran recital, los escupitajos virulentos con los panes de pasto que volaron al unísono durante casi media hora.

Pienso en los disfraces y las vestimentas, uniformes de identificación y batalla que llegaban a la apoteosis de la asimilación al darse cuenta que estaban en la cresta de la ola de una época, para de inmediato perder el equilibrio y procesar todo a la velocidad del vértigo que hay en el rasguño de un gato. ¿Y yo porqué me lavo las manos ante todo esto?, ¿solo soy inocente porque me negué a imitar aquel peinado de coiffeur del Once con torino cupé que gustaban lucir los de Soda?, ¿o porque casi nunca usé hombreras? Por bailar todas las de Siouxie y las de Cindy Lauper en Cap Manuel, me recordarán aquellos compañeros de ruta. A mediados de los 80 la Avenida Santa Fé, por citar a una entre tantas otras, los días de semana, a ciertas horas de la madrugada, parecía un desfile de murciélagos maquillados y melancólicos que recién entonces se atrevían a salir de sus cuevas para encontrarse con sus semejantes. Los emos actuales son unos ositos de peluche bañados en caramelo y azúcar impalpable con miel si se los compara con aquellos extrañísimos New Romantics, como gustaban denominarse entre ellos, una versión mas oscura, pero también mucho mas pacífica, de los mods de Gran Bretaña. Y con otros hábitos horarios. Varios años mas tarde me encontré con uno de estos personajes deambulando en un show de Divididos. Era la misma persona. Algo parecido sentí la otra vez a la madrugada. Después de trabajar me puse a ver la tele y ahí estaban Mollo y compañía, rompiéndola en un recital con pocos meses de antigüedad que representaba, probablemente sin quererlo, la actualidad de los 80.

miércoles, 25 de julio de 2012

Solar

Bajo el frio
oscuro y lento
una flor
y el sol
del invierno


lunes, 11 de junio de 2012

Lo espiritual

Hace poco mas de diez años una amiga me dijo :
- Tené cuidado con los que se las tiran de “espirituales” porque son los peores.
Un poco sorprendido, quise tantear hasta donde llegaba la vehemencia de tal aseveración. Entonces pregunté :
- ¿Peores que Hitler?
-Son mas o menos lo mismo, la diferencia está en que la mayoría de éstos no extermina porque no quiere ir en cana. Y digo la mayoría porque algunos no aguantan y así terminan, acordate lo que pasó en Guyana, allá en el 78.
El ejemplo, aunque lejano en el tiempo, era concreto, atroz. De este modo no me quedó otro remedio que confiar a regañadientes en la palabra de mi amiga quien, en aquel entonces y hasta el día de la fecha, por una mera cuestión utilitaria y de supervivencia, tuvo y tiene un trato intenso con estos personajes. Aquel día me contó, muy seria, que había conocido a uno de esos “discípulos” de Sai Baba. Un tipo que cuando la visitaba a ella era José Buena Onda, pero que al llegar todos los días a su casa, previa escalada de gritos e insultos, se transformaba en un monstruo que le pegaba con el puño cerrado a su mujer y a sus hijos. El fulano terminó preso y su familia, temerosa, con paradero desconocido. Me contó de otro, que ya bordeaba los cincuenta años, un vago que mas allá de meditar y de leer libros relacionados con su inactividad, no hacía otra cosa mas que robarle dinero a su madre, ya anciana y poseedora de una jubilación exigua que la ayudaba a mantener su casa, su salud y al chorro inútil que todavía vivía con ella. Me contó varias cosas mas que me dejaron boquiabierto durante unas cuantas horas. No es que yo, en aquella época, me vistiese con trapos naranjas y saliese a pedir limosnas en los semáforos al grito lamentable de “hare, hare krishna” con la cabeza afeitada con una prestobarba, pero confieso que aún sentía afinidad con varias doctrinas milenarias de Oriente, o con una manera de aislarse ( ingenuamente, comprendí poco después) de cierta violencia urbana intrínseca a todas las grandes ciudades, en este caso estoy hablando de Buenos Aires.

A lo largo de mi vida , como le ha sucedido a tantos otros y otras, he conocido o me he enterado de la existencia de gente de toda calaña pero, después de aquella sentencia emitida con tanta decepción por mi amiga, decidí prestarle cada vez mas atención a estos “espirituales”. Así las cosas, transitados estos últimos diez años, me queda el sabor amargo de darle la razón ya que todos o casi todos ellos terminaron, mas temprano que tarde, mostrando la hilacha : violentos, traidores, pedófilos, explotadores, acomplejados, egocéntricos hasta el ridículo, caprichosos, mitómanos, dictadores soberbios, personajes con una imaginación limitadísima o mas papistas que el Papa, demás está decir que estos “ señores ”, en pleno 2012, todavía se creen superiores a cualquier Dios ya que ellos, especulan luego de una pésima interpretación ontológica, cuentan con la ventaja de estar vivos y ser visibles mientras su kioskito con destellos de plástico vende la portación de un mensaje de paz, de amor, de una luz que al fin y al cabo termina siendo tan débil como la de las sombras oscuras que proyectan ellos mismos cuando asoma la debacle y comienzan a ser descubiertos . Valgan algunos ejemplos tomados a mi azar, no tan azaroso. Recuerdo sin nostalgia que durante mi larguísimo exilio europeo, mientras hacía los mil y un malabares para llevar una existencia austera pero digna, me topé con el director de una importante revista que vendía todo el combo : vida sana, “paz y amor”, ecología, luces “superiores”, tarot, cartas astrales, danzaterapia, magia, mantras, fitoterapia, energías, horticultura, yoga, flores de Bach, meditación, chacras, tai chi chuan, masajes, lectura de la palma de la mano, de la borra del café, del culo de un perro, incisos sobre espiritismo, exorcismo, en fin, todas esas cosas. No es que me importasen demasiado la mayoría de los “universos” que allí promulgaban pero, bueno, en fin, ustedes comprenderán que necesitaba el dinero para vivir. Arreglé en su momento con este “señor” un viaje a una zona de gran interés ecológico que quedaba en la frontera con Valencia. Yo tenía que escribir y hacer un extenso reportaje fotográfico del lugar. Pasé allí casi una semana, me comprometí con gente que fue muy amable conmigo, volví a mi casa, me llevó varios días y alguna noche entera terminar la nota, pagué de mi bolsillo el revelado, el enmarcado y el plastificado de las diapositivas ( lo digital recién empezaba a hacer furor en el viejo mundo y a mí me costaba desprenderme de mis analógicas Nikon) entregué el material antes de lo pautado, el “señor” quedó encantado con el texto y las imágenes y me dijo que saldrían publicadas en el próximo número. Pero, por alguna extraña razón, tardó mas de un año y medio en pagarme lo que me correspondía por mi trabajo. No se si hace falta aclarar que también, por algún caprichito que al día de hoy desconozco, sin ningún tipo de explicación y utilizando mes tras mes como caballito de batalla a la cobarde, acomplejada, histérica y silenciosa dilación, el reportaje jamás fue publicado. No mucho mas tarde me enteré que al tipejo lo echaron de la editorial y yo festejé solito el acontecimiento en una playa nocturna del Mediterráneo, bajándome con pocos pero refrescantes tragos una botella entera de burbujeante champagne. Al volver a la Argentina me decepcioné otra vez con otros “espirituales” que en su momento se habían ido hasta el otro lado del mundo para ver y sentir “La Luz”, personajes que volvieron a las pocas semanas al país, encendieron velitas aromáticas, comieron durante los primeros días arroz integral y semillas de sésamo, se sentaron en posición de loto, entonaron mantras y, con los meses, terminaron de afirmarse como unos psicópatas desquiciados con un orgullo duro como el osmio a los que había que acercarse con muchísimo cuidado. Me relacioné con gente que parecía empapada de vitalidad y alegría, de sabiduría y de luz infinita, pero que ante la mínima objeción o el mínimo replanteo que alguno o alguna le hacía a su acalambrado ego, sacaban a relucir lo peor, y supongo que lo mas natural de sí mismos, seres humanos tan parecidos a un barrabrava borracho, frustrado y enojado porque su equipo de la primera C cae inapelablemente al descenso. Me decepcioné mucho con gente que parecía “especial”, “elegida”, “ trascendental ” pero que, a la vuelta de la esquina, bajo esas caretas cualquiera se encontraba con párvulos cizañeros y endebles . Lo mismo me sucedió con profesorzuelos viejos de todas esas yerbas que todavía viven (y supongo que así morirán) en el extremo mas oligofrénico de la edad del pavo. O con gente que parecía tan leve pero terminó siendo mas densa que una tonelada de mierda.

Hoy vivo en una zona en donde todo ese chamuyo sigue, en algunos focos aislados, mas o menos vigente, como si un montón de Sidarthas mentirosos del subdesarrollo acabasen de salir sucios y famélicos del bosque, un bosque invernal en donde las hojas mas fuertes y verdaderas ya cayeron hace rato bajo la inexorable tempestad. El chamuyo, es muy curioso, todavía vende porque tiene a ciertos compradores ingenuos con pocas ganas de hacer por su propia cuenta una profunda instrospección, algún día un mea culpa, una autocrítica que los libere por un momento de su omnipotencia titubeante que, al fin y al cabo, es impotencia. Yo he crecido, he viajado, he leído y sobre todo he vivido, y a todo eso se ha adherido con el tiempo cierta gracia a mi insolencia , acompañada de una gran incredulidad que me señala que lo verdaderamente espiritual, y esencial, está en el sonido afable que emiten algunos animales, o el viento, o un bebé recién nacido, en los ancianos enfermos o indefensos, en los miles de matices que regala todo el tiempo y a cada paso la Naturaleza. O en los últimos cartuchos, ya lo he dicho hace poco, que quedan del Divino Pink Floyd. ¿Pero entonces que guardo de lo que algún día supo ocupar en mi cerebro y mi alma el “casillero espiritual” ? La verdad es que no lo sé muy bien. A veces me emociono cuando estoy entre los barrios de Buenos Aires y veo a ese hervidero de desempleados con el lomo roto o trabajadores explotados que madrugan para pedirle pan o mas trabajo a San Cayetano.O tengo cerca una madera con la imagen de la virgen que me regaló mi abuela antes de partir al cielo en el que ella tanto creía. A veces, si es que me queda alguno, prendo un incienso después de cocinarme un bife a la plancha. Y todavía tengo ganas de ir a la India para poder comer comida picante , bañarme en el Ganges, terminar ese periplo en las Islas Maldivas, en alguno de esos mega hoteles a la vera del Océano, durmiendo con el rumor espiritual de las olas mientras sueño con la pequeña imagen de Buda que todavía conservo con cierto orgullo en uno de los estantes de mi biblioteca.